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Eso sí, no nos comprometemos a obtener resultado prodigiosos. Los gatos por naturaleza son independientes y no son partidarios de hacer lo que un humano le diga. Así que nosotros te damos las herramientas, ahora tendréis que ser vosotros los que os pongáis a tope. Sin más, es vuestro momento. Es hora de que consigáis que vuestro gato os haga un poquito de caso, ¡empezamos!
Lo primero, ¿por qué no nos hacen caso?
Antes de daros recomendaciones y consejos, es bueno saber los motivos por los cuáles nuestro querido gato es tan independiente. Y es que en su naturaleza, éstos tienden a tener un carácter individualista. Sumado a eso, existen diferentes factores que pueden acrecentar el que pase de ti:
El contexto en el que se mueven. Esto les afecta mucho a su carácter. Los cambios bruscos (mudanza, por ejemplo) o la introducción de una nueva persona o animal en su día a día les pueden hacer más reticente. Los cambios en la rutina como el horario de comidas también afecta a su personalidad. Estas diferentes causas les pueden causar a los gatos situaciones de estrés que hagan que su conducta varíe y, por tanto, pase de nosotros.
Los problemas físicos. Esto es extensible a todas las especies. Cuando nos encontramos mal o con dolores, nuestra atención y energía vital disminuye. A esto se le puede sumar la edad. Cuando son pequeños, es normal que no hagan caso porque están aprendiendo. Los mayores por su parte se muestran más reacios a hacer caso, aunque hayan sido bien enseñados. Por último, el propio instinto de los gatos puede ser también una causa de la pasividad y el aislamiento.
Estos son los motivos más comunes. La clave para empezar a educar a nuestros gatos para que nos hagan caso es identificar el problema y, desde su conocimiento, empezar a trabajar. Seguimos.
Conseguir su atención no es imposible.
Para empezar os debéis grabar a fuego la siguiente palabra: constancia. Si carecemos de esta característica, es mejor no seguir leyendo. Para adiestrar a nuestro gatete necesitamos paciencia, empatía y constancia por lo que nos debemos poner a tope desde el minuto uno. Junto a la paciencia, es clave conocer la técnica que más debemos usar a la hora de enseñar al gatete: el refuerzo positivo. Como bien se puede deducir, éste consiste en obsequiar al minino cada vez que nos haga caso o realice una acción positiva. Ya sea con una caricia, una chuche o su comida favorita.
Estas dos indicaciones nos van a acompañar durante todo el proceso de aprendizaje. A estas también se le suma una más. Y es que en casos en los que el gato esté haciendo algo que no nos guste (subirse a alguna mesa, merodear por los cables, …) debemos cortar la acción con un “NO” seco y enérgico. Así irá asociando el saber que no está haciendo las cosas bien con esta palabra. Para nada debemos usar el castigo físico en este tipo de situaciones. Solo conseguiremos que el gato sea más reacio a nuestra figura e incluso nos tenga inquina.
Por otro lado, cuando la mala actitud o acción sea contra nosotros mismo o algún mueble u objeto de la casa, es clave cambiar su atención a través de su juguete favorito o un rascador. Con esto, redirigiremos su energía hacia ellos.

Una caricia como refuerzo positivo es clave para conseguir su atención
Hemos visto algunos consejos generales sobre cómo mejorar la atención de los gatos. Pero ahora es buen momento para ver cómo actuar en situaciones concretas. ¿Os sentiréis identificados con algunas de ellas?
Situación 1: Mi gato no me hace caso cuando lo llamo.
Típico. Aunque si seguimos estos pasos, seguro que acude a la mayoría de las llamadas. Lo primero, utilizar un nombre fácil y corto. Además, debemos evitar los diminutivos o alteraciones de éste. Por otro lado, empezad a llamarlo en distancias cortas y con una recompensa esperándole. Así irá relacionando el llamado con algo bueno. Repite varias veces la acción en diferentes días y cada vez en distancia más largas o en otros ambientes. Si lo hacemos bien y con paciencia, acudirá siempre que queramos (o la mayoría) con nosotros. ¡Ojo! no usar la llamada para algo negativo.
Situación 2: Mi gato me muerde y me araña
Es una situación muy normal. La causa principal es que toman esas mordidas y arañazos como un juego. ¿Por qué? Pues puede ser que desde que eran pequeños hemos jugado con ellos usando nuestras manos y nuestros pies. Eso hace que los vean como juguetes y por tanto, que tengan vía libre para morder y arañar.
En caso de que esto pase en los momentos de juego que se envalentone con tu extremidades, debes usar la palabra mágica. Con un “NO” serio y cortando la sesión de juego, el gato aprenderá a que las manos y los pies no son juguetes. A continuación, dale un objeto con el que sí pueda jugar.
Una relación de dos.
Tras estas indicaciones, y terminando ya, es bueno que nosotros también pongamos de nuestra parte para que la relación mejore. Es decir, que satisfagamos sus necesidades para que esté feliz, así será todo más fácil. Limpia su caja de arena, cómprale juguetes y rascadores, juega con él antes de irte a dormir (los gatos son mucho más activos por la noche), etc. Con eso y con los consejos anteriormente dados, tu gato y tú seréis uña y carne.
Información recogida de ExpertoAnimal y MundoGatos